Mucho
se ha hablado periódicamente sobre el fin de la ciencia
ficción. Yo no puedo estar más en desacuerdo. En una entrevista
publicada recientemente en el diario El País la magnífica escritora Ursula K. LeGuin
da un definición tan sencilla, como bella y precisa: la ciencia
ficción es una inmensa metáfora. Vista así, la ciencia ficción es
casi inagotable.
Algunas
de las razones esgrimidas son, por ejemplo, que algunos de los temas
clásicos del género como la bioingeniería, la inteligencia
artificial o el ciberespacio y la realidad virtual forman ya parte de
nuestras vidas. En mi opinión, esto no implica que la ciencia
ficción deje de tener sentido, sino todo lo contrario. Eso habla a
favor de la capacidad predictiva del género y, por tanto, de su
enorme potencial. Obviamente, si los temas clásicos han quedado
desfasados, habrá que inventar otros nuevos. La ciencia ficción,
como todo en la vida, no puede quedarse estancada, debe evolucionar,
adaptarse a los nuevos tiempos. Pero eso no representa ningún
problema. Es algo que se resuelve a través de la imaginación y el
oficio de los autores.
Puede
que esa evolución suponga mezclarse con otros géneros, o incluso
adentrarse en la corriente de la literatura generalista. Esto último
no creo que sea negativo, sino que puede enriquecer la ciencia
ficción y hacer que llegue a un número mayor de posibles lectores.
Por
otro lado, la nueva era digital puede ser en mi opinión una buena
oportunidad para la literatura de ciencia ficción escrita
originariamente en español, que no ha tenido demasiadas
oportunidades en el pasado. Sobre este tema he escrito un artículo
en el blog de Literanda, titulado ¿Es la era digital una oportunidad para la ciencia ficción en español?
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